22 octubre 2006

La Noche Oscura del Alma

A mí, que nunca se me dio por la poesía; es más, que siempre me consideré prácticamente sin sensibilidad para ella, se me da ahora por publicar alguna que otra... No es que me haya vuelto fanático ni nada de eso, pero parece que el enorme poder de síntesis y metáfora de algunas de ellas las vuelven imprescindibles para expresar determinadas sensaciones. Tampoco es que vaya a convertir éste en un blog de poesía, nada más aburrido (perdón a los cultores del género...); probablemente la que publique hoy sea la anteúltima, y con esto complete la serie que, de un modo u otro, marcó pautas fuertes en mí. Y digo “probablemente” y “anteúltima”, porque si me animo (algo que no puedo asegurar aunque prometo intentar) voy a poner en breve en este espacio el único poema de mi autoría. Un poco raro para alguien que se declara insensible a este género. Pero todo tiene que ver con el contexto, y en su momento voy a intentar explicarlo.

Pero vayamos a lo nuestro. La obra que hoy les propongo es, por supuesto, “Noche Oscura del Alma”, nombre que, además de ser enormemente sugerente, pone de manifiesto mi propia falta de creatividad para los títulos de este blog. No me preocupa demasiado ni me trauma. Si uso sus escritos para expresar mis propios sentimientos, ¿por qué habría de censurarme a la hora de apoderarme de sus títulos también?

El autor de esta obra es San Juan de la Cruz, nacido en Castilla y León en 1542, sacerdote y amigo de Teresa de Jesús. Murió en 1591 luego de una vida como mínimo “interesante”, entre cruces, cárceles, alguna que otra fuga, y la fundación de una nueva orden religiosa. Por supuesto que después de perseguirlo durante casi toda su vida, la Iglesia Católica lo elevó a la categoría de santo 135 años luego de su muerte.

Quienes me conocen saben que admiro profundamente a Loreena McKennitt. Fue a través de ella que conocí este poema. En su álbum “The Mask and Mirror” lo transformó en una bellísima canción, para la que tuvo que recurrir a una traducción, por supuesto. Supongo que en esa ocasión fue ella la que sintió la frustración de tener que traducir lo imposible. En esta oportunidad somos nosotros los afortunados que podemos leer sin mediaciones lo que Juan de la Cruz quiso decir.

Como en casos anteriores, le introduje algunos pequeños cambios, mínimos. Si quieren el original sin estos detalles lo van a tener que buscar en otro lado. Es que estos detalles se me hacen necesarios para completar mi visión del asunto.

Que la disfruten.

------------------------------------------

Noche Oscura del Alma

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamado,
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notado,
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y seguro,
por la secreta escala disfrazado,
¡oh dichosa ventura!
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guïaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
Amado con Amada,
Amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

03 octubre 2006

Perdón, Guillermo!!!

Bueno, se lo prometí a Rosario, y acá está.
No es una traducción, más bien una versión libre. Es más lo que me dice a mí, que lo que le dice al mundo, pero juro que es todo lo que puedo hacer... Sigue llegando a mi interior como el primer día. O para ser sincero, me llega más.
Pido mis disculpas habituales a Guillermo, una vez más lo han bastardeado, pero esta vez, al menos, desde el corazón.
Ahí va, esto es lo que me dijo un poema. Que lo disfruten.

-----------------------

Dulce y Veinte

Ay, mi vida, por dónde andás?
Quedáte y escuchá: tu verdadero amor está llegando.
Ése.
El que puede cantar como tenor y como barítono.
Ya no escapes, mi dulce.
Los viajes siempre terminan cuando los amantes se encuentran.
Cualquier hijo de vecino lo sabe.

¿Qué es el amor? Nada del otro mundo...
La alegría de este día, viene con la risa de este día
Lo que vendrá nadie lo sabe.
En la postergación no hay placer.
Vení, entonces. Y besáme dulce. Y veinte.
Nuestra plenitud no es eterna.

--------------------

PD: Por comentario o quejas, ya saben dónde ubicarme.

03 septiembre 2006

Dulce y Veinte

(o Cómo Llegué 400 Años Tarde a mi Cita con Guillermo)


Uno de los pilares de la llamada “nueva era” es la férrea convicción de que las casualidades no existen. Dicen que todo es causalidad, no casualidad. Pobres... no saben lo que se pierden. Sin casualidades la vida sería mucho menos sugestiva. Un encuentro casual, una charla casual. Un recuerdo, o un olvido casual. Un error casual. O un acierto. Este cuento tiene que ver, precisamente, con un encuentro casual. Y todo comenzó con una canción.

Casualmente hace un tiempo dí con un álbum muy interesante. Se llama “Human” y su autor, Nitin Sawhney. Inglés de origen indio. Mucha fusión, muchas resonancias antiguas con ecos presentes. Bastante bajón, muy de mi estilo. Y allí se quedó sonando casi obsesivamente durante un par de semanas en mi living. A medida que lo iba conociendo fui acercándome sucesivamente a varios de sus temas. El último al que llegué fue el que me reservaba la sorpresa. La obsesión fue trasladándose del álbum completo a esta canción solamente. Una y otra vez. Descubriendo en la repetición cómo determinadas notas, palabras, a veces sólo respiraciones, adquieren otros sentidos. Por supuesto ya había rastreado la letra para poder entenderla por completo, y las lecturas, tan repetidas como la música, no se agotaban fácilmente. Por algún motivo me sentía especialmente atraído por dos estrofas en particular, la primera y la útima. Conformaban para mí una unidad especial de sentido. El medio se desdibujaba frente al comienzo y al final, tan potentes, tan claros, tan bellos. Tan perfectos. Y dentro de estas dos estrofas, tres palabras atraían mi mirada con especial fuerza. Una extraña cadena de letras que creaban sentidos y sonidos casi discordantes, pero que contenían una rara coherencia. Por supuesto que me refiero al título de este cuento. Dulce y Veinte. Raro, ¿no?

(Y mientras tanto, afuera, en la vida de a pie, algunas cosas comenzaban a ocurrir).

Tanto llegué a amar estos versos, y aquellas tres palabras, que decidí sería una buena excusa para escribir algo acá, en mi dos-ambientes-sin-terraza virtual, aunque confieso que no tenía ni siquiera una pista sobre lo que quería escribir. Sólo sabía que de algún modo tenía que compartir ese poema con más gente. La única certeza era acerca del título. Dulce y Veinte. Palabras incoherentes que tanto lograban transmitir. Como ya no me daba la cara para copiar y pegar el poema (mis sucriptores podrían sensibilizarse), lo fui postergando, hasta que, casualmente, descubro que esas dos estrofas, y no otras, conforman un poema bastante antiguo, pero claramente vigente. Un poema cuyo autor es nada más y nada menos que el amigo Guillermo.

(Y las casualidades son lo que lentamente comenzaron a construir las otras cosas también. No sé dónde van a terminar, pero el camino vale la pena).

Sí, el mismísimo Shakespeare me habló durante algo más de un mes, hasta que lo encontré. Reconozco que llegué un poco tarde. Unos cuatrocientos años tarde, pero llegué al fin. No creo que a él le moleste. Lo imagino un tipo paciente con las cosas que verdaderamente importan. Las cosas por las que vale la pena esperar. Casualmente también, la canción donde se encuentra este poema, se llama “Waiting”. El detalle final es que él mismo, el propio Shakespeare, hace cuatro siglos, tituló este poema “Dulce y Veinte”.


Sweet-and-Twenty

O MASTER mine, where are you roaming?
O, stay and hear! your true love 's coming,
That can sing both high and low:
Trip no further, pretty sweeting;
Journeys end in lovers meeting,
Every wise man's son doth know.

What is love? 'tis not hereafter;
Present mirth hath present laughter;
What 's to come is still unsure:
In delay there lies no plenty;
Then come kiss me, sweet-and-twenty!
Youth 's a stuff will not endure.


PD. No me animo a traducirlo, pero sí a adaptarlo. Tiene una pequeña modificación. Si me perdonó semejante demora, no creo que se enoje por esto. Que lo disfruten!

02 agosto 2006

El dios abandona a Antonio

Sólo para justificar la suscripción de mi público, copio en esta oportunidad algo que acabo de encontrar por allí, tirado en un rincón de la web. No sé muy bien qué quiere decir su autor, pero hizo resonar algunas cosas dentro de mí. Lo publico rápidamente, no vaya a ser cosa que dentro de un par de días me dé cuenta de lo que realmente quiso decir Cavafis, y me horrorice por haberme sentido indentificado con su mensaje...

Salud!

PD. Fono, me estás debiendo en mes de febrero de 2007. Acordate que habíamos quedado en que pagabas siempre 6 meses adelantado.

------------------------------------------------------------------------

El dios abandona a Antonio

Cuando a media noche se escuche
pasar una invisible comparsa
con música maravillosa y grandes voces,
tu suerte que declina, tus obras fracasadas
los planes de tu vida que resultaron errados,
no llores vanamente.
Como hombre preparado desde tiempo atrás
como un valiente
dí tu adiós a Alejandría, que se aleja.
No te engañes
no digas que fue un sueño.
No aceptes tan vanas esperanzas.
Como hombre preparado desde tiempo atrás
como un valiente
como corresponde a quien de tal ciudad fue digno
acércate con paso firme a la ventana
y escucha con emoción - no con lamentos
ni ruegos de débiles - como último placer,
los sones, los maravillosos instrumentos de la
comparsa misteriosa
y dí tu adíós a esa Alejandría
que pierdes para siempre

Constatino Cavafis

30 julio 2006

26 marzo 2006

Despertando a los espíritus

Una imagen vale más que mil palabras, dicen.

La verdad es que no lo creo en absoluto. Pienso, más bien, que una única palabra, dicha como corresponde, en el momento adecuado, con la entonación justa, con el sabor único de cada sonido; o escrita en el entorno más preciso, con la decisión más meditada y con la intención más firme, no puede ser más elocuente que la más rica de las imágenes.

O no.

Quizá un imagen, una única imagen sea capaz de disparar tantos sentimiento y pensamientos, que la sola idea de poner todo eso en palabras sea tan aterrorizadora que preferimos negarla. Porque sería un bochorno tener que reconocer que nuestra lengua y nuestra capacidad de expresión no son suficientes para decir una imagen. Una única imagen.

¿O no?

Quizá deba reconocer que no tengo la más mínima idea. ¡Qué buena idea! Hasta podría echarle a esta confusión toda la culpa de mi incomunicación. Quizá cuando tuve que decir algo importante sólo mostré una imagen. Quizá cuando necesité la imagen no supe más que hablar.

O escribir.

La cuestión es que hoy tengo dos imágenes que surgieron porque el otro día estaba mi amigo Fono en casa y nos metimos con los espíritus. Las imágenes que ven a continuación son fotos tomadas sin ningún tipo de truco. Fueron hechas en una sola toma, sin superposiciones. No están posproducidas en Photoshop ni nada de eso. Son fotos de primera mano.

Y quizá no digan nada.



O quizá sí.



¿Un desperdicio de recursos?

Decía que nos metimos con los espíritus pero que nadie se preocupe, sigo tan escéptico como simpre. La idea de estas fotos surgió mientras nos tomábamos unos whyskies. Infalible. Los espíritus destilados no soportan muy bien el encierro y tienden a salir apenas vislumbran una oportunidad.

Total que éstas son sólo dos de las fotos que hicimos. Fue bastante divertido, aunque deba reconocer que no muy original.

Quizá publique alguna otra cuando me quede mudo. Para que ella se encargue de decir las mil palabras que me corresponden a mí.

28 febrero 2006

Es chiquito, pero es mío!

Tardé mucho en tomar la decisión de comenzar un blog. En parte, supongo, porque la vagancia siempre ocupa el primer puesto cuando existen varias opciones. Y otro poco, tengo que reconocer, se debe a que naturalmente le temo a las cosas que requieren de un compromiso en el tiempo. Y se supone que un blog debe crecer, ¿no? Claro que nadie va a venir a reclamarme "che! qué mal que no publicaste nada anteayer..." o algo así, pero cuántas veces actuamos como los perros de Pavlov, sólo por reflejo condicionado...

Total que tardé mucho. En realidad tardo mucho para casi todo, así que tampoco esto es sorprendente (y no voy a explayarme hoy sobre este tópico). Tardé mucho y recién me puse en marcha una vez asumido que muy probablemente nunca vaya comprarme mi propia casa. Pertenezco a esa franja etaria que accede a la propiedad sólo por herencia o por un inaudito golpe de suerte. Raro, ¿no? Mi cerebro funciona de maneras muy curiosas, y no puedo evitarlo. Parece ser que un espacio propio es un espacio propio, sin importar si se trata de espacio físico, virtual, emocional, intelectual o espiritual (de todos modos, si pudiera elegir - y siempre que logre sortear la vagancia - me quedo con una casa con parque, pileta y garage...). Así que después de asumirlo, las opciones escaseaban, y dejé de visitar webs buscando un préstamo hipotecario y comencé a visitar webs buscando blogs. Y acá estoy! Estrenando "Dos Ambientes Sin Terraza"!

Todavía queda resquemor por esta cuestión de la continuidad, pero nada puedo hacer por el momento. Paciencia, y veremos qué ocurre. Está pendiente la explicación del "isefet" que está en la dirección de este blog, pero la dejo para más adelante. Prefiero racionar a dejarme aplastar por el miedo a descubrir que no tengo nada que decir (qué horror!).

No sé si esto tiene sentido, pero como casi nada lo tiene, seguramente el mundo podrá sobreponerse y cargar con un sinsentido más.