09 mayo 2011

En la boca del Golem

Fase en el Centro Cultural Recoleta



“Toda tecnología lo suficientemente
avanzada es indistinguible de la magia.”
Arthur C. Clarke








Bajo el lema “Zona de Prueba”, se realizó entre el 5 y el 8 de mayo pasado en el Centro Cultural Recoleta, una nueva edición de “Fase”, el encuentro entre Arte y Tecnología más importante de Buenos Aires, siempre bajo la mirada curatorial de la videoartista Graciela Taquini.

La propuesta consistió en transformar todo el Centro Cultural en una enorme plataforma de exploración de posibilidades estético-técnicas nacidas del choque entre los dos campos, y aunque lo tecnológico atravesase la totalidad de la muestra, en líneas muy generales quedaron claros dos ejes sobre los que giraron las diferentes exhibiciones. En el primero de ellos el objeto tecnológico sirvió de base, o materia prima, para la indagación de posibilidades artísticas (UMSA, ORT, la mayor parte de lo expuesto por UNTREF, el videoarte, las videoinstalaciones); en el segundo, la producción artística estaba al servicio de interfaces tecnológicas (videojuegos, equipos celulares). La interacción obra-espectador, tanto física como conceptual y emocional, estuvo muy presente, y es en este punto donde Fase despliega sus mayores posibilidades. El espectador modifica la obra y es modificado por ella. Se produce una verdadera inter-faz, donde aquel concepto de Obra Abierta llega al extremo de modificar ambas instancias, obra y espectador, para siempre.

La tensión que existe entre sujeto y objeto, creador y obra, no es nueva para el Hombre. En la elaboración simbólica de la imagen del Universo, desde tiempos inmemoriales, la Humanidad se ha esforzado en construir un cierta taxonomía de los entes, donde solían (y todavía suelen) descansar habitualmente los discursos dominantes. Dios, los seres intermediarios, los hombres, los animales y las cosas, conforman, estrictamente en ese orden, el paisaje más tranquilizador del mundo. Aunque también desde antaño, hubo personas que sospecharon lo contrario. Hubo gente que no se conformó con parir con sus manos objetos muertos. En la cadena de transferencia de potencialidades, desde Dios hasta las cosas, surgieron históricamente algunas resistencias, conscientes o no, a la aceptación de la verticalidad y unidireccionalidad de este flujo.

En el mito medieval del Golem, el Rabino era capaz, mediante colocación de una tablilla con ciertas palabras mágicas en la boca, de otorgar vida al monigote de arcilla, que despertaba al mundo de la conciencia. En el momento de “alzar los soñolientos párpados” la corriente se invierte. La “cosa” es el ser que mira, poseedor ya de la chispa de vida, materia inasible, calor misterioso. El Golem ahora crea al Rabino porque éste ya no es una persona. Es Dios. El Golem crea a Dios. Pero en su boca duerme el secreto. Las palabras subvierten el flujo de la Creación, y el nuevo Dios debe introducir su mano creadora y destructora en las fauces del Ser, para que aquel paisaje vuelva a ser tranquilizador. Es interesante notar que aquel horror para la Cristiandad del momento no era más que una forma absolutamente lícita de elevación espiritual para el mundo judío.

La explosión tecnológica, y especialmente dos de sus productos más controversiales, la inteligencia artificial y las células madre, vuelven a poner en tensión los límites de la creación. Actualizan una vez más la fascinación y el miedo que provocan la posibilidad de inversión de aquella consoladora transferencia vertical de las potencialidades de la vida.

Por eso resulta tan atinado el lema de este año de Fase: Zona de Prueba. Plataforma de investigación, pero también de despegue. Vivimos ya entre Golems, creamos a los otros, somos creados por ellos, y nos creamos a nosotros mismos en un devenir que es claramente tecnológico, y por qué no, artístico. Y aunque otras cristiandades vuelvan a horrorizarse, los nuevos rabinos están ya por todo el Mundo.

Fase intenta ubicarse en el tenue lugar que existe entre dos tierras, lugar que evidentemente nunca estará en paz, pero que con las tensiones que son prácticamente su definición, movilizan, vierten y revierten el Hombre y su Creación.