03 septiembre 2006

Dulce y Veinte

(o Cómo Llegué 400 Años Tarde a mi Cita con Guillermo)


Uno de los pilares de la llamada “nueva era” es la férrea convicción de que las casualidades no existen. Dicen que todo es causalidad, no casualidad. Pobres... no saben lo que se pierden. Sin casualidades la vida sería mucho menos sugestiva. Un encuentro casual, una charla casual. Un recuerdo, o un olvido casual. Un error casual. O un acierto. Este cuento tiene que ver, precisamente, con un encuentro casual. Y todo comenzó con una canción.

Casualmente hace un tiempo dí con un álbum muy interesante. Se llama “Human” y su autor, Nitin Sawhney. Inglés de origen indio. Mucha fusión, muchas resonancias antiguas con ecos presentes. Bastante bajón, muy de mi estilo. Y allí se quedó sonando casi obsesivamente durante un par de semanas en mi living. A medida que lo iba conociendo fui acercándome sucesivamente a varios de sus temas. El último al que llegué fue el que me reservaba la sorpresa. La obsesión fue trasladándose del álbum completo a esta canción solamente. Una y otra vez. Descubriendo en la repetición cómo determinadas notas, palabras, a veces sólo respiraciones, adquieren otros sentidos. Por supuesto ya había rastreado la letra para poder entenderla por completo, y las lecturas, tan repetidas como la música, no se agotaban fácilmente. Por algún motivo me sentía especialmente atraído por dos estrofas en particular, la primera y la útima. Conformaban para mí una unidad especial de sentido. El medio se desdibujaba frente al comienzo y al final, tan potentes, tan claros, tan bellos. Tan perfectos. Y dentro de estas dos estrofas, tres palabras atraían mi mirada con especial fuerza. Una extraña cadena de letras que creaban sentidos y sonidos casi discordantes, pero que contenían una rara coherencia. Por supuesto que me refiero al título de este cuento. Dulce y Veinte. Raro, ¿no?

(Y mientras tanto, afuera, en la vida de a pie, algunas cosas comenzaban a ocurrir).

Tanto llegué a amar estos versos, y aquellas tres palabras, que decidí sería una buena excusa para escribir algo acá, en mi dos-ambientes-sin-terraza virtual, aunque confieso que no tenía ni siquiera una pista sobre lo que quería escribir. Sólo sabía que de algún modo tenía que compartir ese poema con más gente. La única certeza era acerca del título. Dulce y Veinte. Palabras incoherentes que tanto lograban transmitir. Como ya no me daba la cara para copiar y pegar el poema (mis sucriptores podrían sensibilizarse), lo fui postergando, hasta que, casualmente, descubro que esas dos estrofas, y no otras, conforman un poema bastante antiguo, pero claramente vigente. Un poema cuyo autor es nada más y nada menos que el amigo Guillermo.

(Y las casualidades son lo que lentamente comenzaron a construir las otras cosas también. No sé dónde van a terminar, pero el camino vale la pena).

Sí, el mismísimo Shakespeare me habló durante algo más de un mes, hasta que lo encontré. Reconozco que llegué un poco tarde. Unos cuatrocientos años tarde, pero llegué al fin. No creo que a él le moleste. Lo imagino un tipo paciente con las cosas que verdaderamente importan. Las cosas por las que vale la pena esperar. Casualmente también, la canción donde se encuentra este poema, se llama “Waiting”. El detalle final es que él mismo, el propio Shakespeare, hace cuatro siglos, tituló este poema “Dulce y Veinte”.


Sweet-and-Twenty

O MASTER mine, where are you roaming?
O, stay and hear! your true love 's coming,
That can sing both high and low:
Trip no further, pretty sweeting;
Journeys end in lovers meeting,
Every wise man's son doth know.

What is love? 'tis not hereafter;
Present mirth hath present laughter;
What 's to come is still unsure:
In delay there lies no plenty;
Then come kiss me, sweet-and-twenty!
Youth 's a stuff will not endure.


PD. No me animo a traducirlo, pero sí a adaptarlo. Tiene una pequeña modificación. Si me perdonó semejante demora, no creo que se enoje por esto. Que lo disfruten!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me quedo con el principio y lo que a usted el verso ha inspirado, pues resulta que aunque he sido
aplicada en el colegio
de todas las horas tedio que me han dado los maestros, yo he faltado a las de inglés y no entiendo al buen Guillermo.

Nanook dijo...

Se mueve! Se mueve! Y permitame decirle que da gusto. En donde encontro el peoma de Guillermo? La metrica en la que escribe Anonymous es de soneto?

Román dijo...

Déme algo de tiempo, y voy a hacer una traducción/versión libre. Ud se lo merece.