28 febrero 2006

Es chiquito, pero es mío!

Tardé mucho en tomar la decisión de comenzar un blog. En parte, supongo, porque la vagancia siempre ocupa el primer puesto cuando existen varias opciones. Y otro poco, tengo que reconocer, se debe a que naturalmente le temo a las cosas que requieren de un compromiso en el tiempo. Y se supone que un blog debe crecer, ¿no? Claro que nadie va a venir a reclamarme "che! qué mal que no publicaste nada anteayer..." o algo así, pero cuántas veces actuamos como los perros de Pavlov, sólo por reflejo condicionado...

Total que tardé mucho. En realidad tardo mucho para casi todo, así que tampoco esto es sorprendente (y no voy a explayarme hoy sobre este tópico). Tardé mucho y recién me puse en marcha una vez asumido que muy probablemente nunca vaya comprarme mi propia casa. Pertenezco a esa franja etaria que accede a la propiedad sólo por herencia o por un inaudito golpe de suerte. Raro, ¿no? Mi cerebro funciona de maneras muy curiosas, y no puedo evitarlo. Parece ser que un espacio propio es un espacio propio, sin importar si se trata de espacio físico, virtual, emocional, intelectual o espiritual (de todos modos, si pudiera elegir - y siempre que logre sortear la vagancia - me quedo con una casa con parque, pileta y garage...). Así que después de asumirlo, las opciones escaseaban, y dejé de visitar webs buscando un préstamo hipotecario y comencé a visitar webs buscando blogs. Y acá estoy! Estrenando "Dos Ambientes Sin Terraza"!

Todavía queda resquemor por esta cuestión de la continuidad, pero nada puedo hacer por el momento. Paciencia, y veremos qué ocurre. Está pendiente la explicación del "isefet" que está en la dirección de este blog, pero la dejo para más adelante. Prefiero racionar a dejarme aplastar por el miedo a descubrir que no tengo nada que decir (qué horror!).

No sé si esto tiene sentido, pero como casi nada lo tiene, seguramente el mundo podrá sobreponerse y cargar con un sinsentido más.